miércoles, 12 de noviembre de 2008

La desaparición de la infancia. Entrevista con Neil Postman

Fuente: http://www.educared.org.ar/contenidos/2002/ER2002_12_09/05_entrevista.asp

Desde la segunda mitad del siglo XX, los medios electrónicos de comunicación, especialmente la televisión, se convirtieron en uno de los principales consumos culturales y sociales. Desde ese momento, médicos, educadores, psicólogos y docentes comenzaron a ocuparse de las implicancias que este fenómeno podía tener entre los niños.

Uno de los investigadores que más trabajó en este campo es Neil Postman, pedagogo y teórico de la Comunicación. Actualmente, Postman es jefe del departamento de Comunicación, Artes y Ciencias de la New York University, Estados Unidos, y es autor de, entre otros, Technopoly, Divirtiéndonos hasta la muerte, La enseñanza como una actividad subversiva, El fin de la educación. Uno de sus libros más difundidos es La desaparición de la infancia.

Fundación Leer: ¿Cuándo y por qué comenzó a interesarse en la relación entre los medios y la infancia?

Neil Postman: Yo empecé mi carrera como maestro de primaria, enseñaba en sexto grado a chicos de 11 años. Siempre estuve interesado en los chicos y luego empecé a interesarme en otras cosas. Pero desde ese momento, en ese primer contacto con los más chicos, pude darme cuenta de que los medios, especialmente la televisión, estaban teniendo una gran influencia en el desarrollo de los chicos. Por eso mi interés por los niños y los medios siempre estuvo allí. Yo escribí mi libro La desaparición de la infancia (Dissapearence of Chilhood) en 1982, pero ese es un libro del cual supe, muchos años antes de escribirlo, que iba a tener que escribirlo.

F. L.: La televisión nació en Argentina en los años ‘50 y se estableció de manera más fuerte en los ‘60. Desde ese momento empezaron a surgir teorías que hablaban de la relación entre infancia y televisión. Por un lado, estaban aquellos que veían en la televisión un medio con influencia negativa en las conductas de los chicos, y por otro, quienes creían que la televisión iba a ser un medio capaz de democratizar y llevar información y conocimiento a quienes no podían acceder de otra forma. ¿Cuáles son las principales opiniones al respecto en Estados Unidos?

N. P.: Yo no digo que no haya algunos aspectos positivos de la televisión, pero en Estados Unidos, y sospecho que lo mismo ocurre en Argentina, la función de la televisión es vender audiencias a los anunciantes. Eso es todo. Puede haber algo en la televisión que sea positivo para toda la población en general, pero en su mayor parte la televisión está completamente bajo el control de los intereses de las corporaciones. Por lo tanto, lo que debemos tener en cuenta cuando se habla de la televisión norteamericana, es que está diseñada para captar los intereses de grandes audiencias para que las cadenas televisivas puedan vender esas audiencias a las empresas anunciantes.

Un gran porcentaje de los jóvenes americanos ha visto a los 21 años 650.000 publicidades comerciales por televisión. Lo que los anuncios dicen a los chicos es que todos los problemas son solucionables, lo cuál nosotros sabemos que no es cierto, que todos los problemas son solucionables rápidamente, lo cuál también sabemos que no es cierto, y que todos los problemas pueden solucionarse rápidamente comprando algo, un auto, ropa, juguetes o cualquier cosa, y nosotros sabemos que eso tampoco es cierto.

Los chicos ven 650.000 comerciales que les dicen cosas que no son ciertas. No es una muy buena idea.

F. L.: ¿Usted cree entonces que hay una influencia directa entre lo que los chicos, y también los grandes, ven en televisión y sus comportamientos o conductas?

N. P.: Bueno, los investigadores han intentado por más de 50 años encontrar las conexiones entre el mirar televisión y sus efectos. Nos dimos cuenta de que eso es algo muy difícil de hacer porque la televisión no es la única influencia sobre los chicos, entonces es difícil separar los efectos de la televisión de los de la música o de otras cosas.

Pero encontramos algunas cosas. Encontramos que hay una correlación entre lo que llamamos heavy TV viewers, (aquellos que miran muchos programas de televisión con contenidos violentos) y violencia posterior. Hubo además más de 3000 o 4000 estudios que intentaron refutar esta hipótesis, pero yo creo que hoy por hoy, la mayor parte de los investigadores acepta que hay una conexión entre el mirar mucha televisión violenta y los comportamientos agresivos. Hay, también, otras conexiones entre el mirar televisión y el comportamiento de los chicos, pero es un punto muy difícil de probar.

F. L.: En ese caso, ¿cuál es el rol de los padres? ¿Cómo intervienen o cómo deberían intervenir en esa relación?

N. P.: Sí, yo creo que los padres pueden jugar un rol fundamental en proteger a los chicos de algunas de las consecuencias negativas de la televisión. Pero el problema es que los padres no están en sus casas. Por estos tiempos, al menos aquí en Estados Unidos, trabajan fuera la casa los padres y también las madres. Ambos están trabajando, entonces es difícil para ellos controlar las experiencias mediáticas de sus hijos.

Hubo algunas propuestas aquí en EEUU, para tratar de ayudar a los padres en esto a través de un chip para bloquear cierto tipo de programas, pero yo no creo que eso sea demasiado beneficioso para nadie.

F. L.: Existe toda una corriente de investigadores latinoamericanos que proponen la idea de “educación para la recepción” o “crítica de medios”. En los últimos años, hubo un auge importante de esta tendencia en Argentina. ¿La escuela debe cumplir alguna función específica en este sentido?

N. P.: Bueno, yo he dedicado una gran parte de mi carrera a analizar cómo puede la escuela ayudar a los chicos en su relación con los medios. Pero en realidad, recién hace un tiempo que los educadores han comenzado a tomar a la televisión en serio en Estados Unidos. Cuando digo tomar en serio me refiero a llevar la televisión al aula como un objeto de estudio, para mirar por ejemplo los comerciales y ver cómo funcionan, cuál es su punto de vista, para mirar los noticieros y compararlos. En otras palabras, yo creo que la escuela debe tomar a la televisión bien en serio, como una materia, como se estudia literatura.

En Estados Unidos hemos empezado a hacer esto, pero lleva mucho tiempo. La mayor parte de los maestros, cuando hablan de usar la televisión, suelen referirse a la televisión educativa y cultural. En general esa es la televisión que usan en las aulas. Ese no es el punto, la idea es ver los programas que todos ven en sus casas, incluyendo los comerciales y enseñar o ayudar a analizar esa programación.
De todas formas eso se está haciéndose aquí en EEUU, es lo que se llama Media Literacy (alfabetización mediática), que incluye no sólo la televisión sino también otros aspectos de la cultura.

F. L.: En “La desaparición de la infancia” usted explica cómo la imprenta y la prensa escrita se convirtieron en un factor fundamental para la construcción de la idea de infancia, y cómo los medios electrónicos están colaborando en su desaparición. Cuando usted escribió ese libro, en 1982, por medios electrónicos se refería básicamente a la televisión. ¿Cuál sería la situación a partir de la aparición de Internet?

N. P.: Mi argumento fue en ese momento que la imprenta ayudó a crear la idea de infancia, porque creó una nueva idea de adulto. El adulto debía saber leer. Para fines del siglo XVIII, comenzaron las escuelas y los niños fueron sacados de sus casas para ingresar en la escuela, donde el objetivo era enseñarles a leer, lo que quería decir enseñarles cómo convertirse en adultos. La televisión daña esa idea porque hace accesible a todas las personas todos los secretos de la cultura, secretos políticos, secretos de la medicina, secretos de la sexualidad, todo es accesible y uno no necesita saber leer para acceder a eso. Por eso, digo que la televisión socava la idea de infancia.

Las computadoras también convierten en absolutamente accesibles la totalidad de los secretos del mundo adulto. Por extensión, no creo que Internet ayude a la idea de infancia, sino que continúa trabajando en la erosión de esa idea.

F. L.: Cuando se piensa en información y en medios masivos, el concepto de acceso está generalmente connotado de manera positiva. Desde el ámbito educativo, muchas veces se piensa que Internet es una herramienta que permite a los chicos un importante acceso a cantidad de información que no obtendrían de otra manera, y que eso puede ser beneficioso para el aprendizaje si la escuela sabe aprovecharlo.

N. P.: En general, mi idea es que ahora muchos de los problemas están solucionados. Nosotros tenemos una gran cantidad de información disponible a través de una gran cantidad de medios. El problema no es ya cómo acceder a la información sino cómo controlar, cómo hacer un buen uso de la información. Creo que es necesario cambiar el eje de la cuestión. Todo el mundo dice “¡qué maravilloso, las computadoras e Internet son maravillosos porque te permiten acceder a más cantidad de información, más fácilmente!” ¿Qué es lo tan maravilloso de esto? Quiero decir, ¿eso ayudará a detener el hambre en el mundo?, ¿ayudará a detener la violencia?. Tener más y más información no es más la solución para nada. A principios del siglo XIX esa era la cuestión, ¿cómo obtener más cantidad de información, para más gente y de manera más rápida? Trabajamos en ese problema por más de 150 años, y ya está resuelto.

La cuestión ahora no es cómo hacer llegar más información a más gente, ya sabemos cómo hacerlo. Ahora tenemos que educar a la gente para que pueda diferenciar la información significativa de la que no lo es y, además, pueda saber cómo controlar su tiempo frente a la información. Yo no sé exactamente cómo debe hacerse esto, pero creo que ahí está el punto clave.

F. L.: En La Desaparición de la infancia usted proponía que los medios electrónicos, a través de esa apertura de los “secretos del mundo adulto”, estaba dando lugar a la pérdida de la inocencia en la infancia y que eso era lo que concretaba su desaparición. ¿Qué puede decirse 20 años después?

N. P.: Yo creo que mi interpretación de ese momento sigue siendo perfectamente aplicable. No creo haberme equivocado. En primer lugar, acá en Estados Unidos, pero probablemente en Argentina también, las diferencias entre los chicos y los adultos han desaparecido. Los chicos usan la misma ropa que los adultos, eligen las mismas películas, los mismos programas de televisión, comen la misma comida y hasta los comportamientos sexuales de los más jóvenes son similares a los de los adultos. La televisión y ahora también Internet, son las que hacen accesible a los más chicos todas las cosas que solían ser propiedad del mundo adulto. Como consecuencia los chicos pierden su inocencia.

F. L.: Si bien ese argumento es coherente y muy propicio para analizar el tema en muchas sociedades, también es necesario tener en cuenta otros factores para hablar de la pérdida de inocencia o de la desaparición de la infancia. Es decir, en Argentina, por ejemplo, o en muchos otros países o ciudades de Latinoamérica, los chicos acceden a los secretos del mundo adulto o se parecen más a los adultos porque, por ejemplo tienen que trabajar a los 6 años como un adulto, o deben dormir junto con los adultos, o participan en actos de violencia o delincuencia, etc.

N. P.: Es un buen punto. En Estados Unidos, si uno retrocede hasta fines del siglo XIX o principios del XX, sólo el 20% de los chicos de 12 años iban a la escuela, mi padre dejó la escuela a los 11 años porque tuvo que ir a trabajar. Esa gente no tuvo una verdadera infancia.

Pero en el siglo XX eso cambió en Estados Unidos. Si todavía hay muchos chicos en Argentina o en otros lugares que todavía tiene que ir a trabajar o vivir esas situaciones, seguramente ellos también han perdido su infancia.




Fuente: Entrevista a Neil Postman, publicat a la Vanguardia el 26 d’agost de 1994 aquí

“ En el mundo ya no quedan niños”

Neil Postman dice que la sociedad actual ha roto la idea de infancia inocente.

Hace doce años, Neil Postman escribió un libro en el que desarrollaba una tesis que nadie se tomó en serio. En “La desaparición de la infancia”, Postman, actualmente profesor de Sociología en la Univerdidad de Nueva York, afirmaba que en el mundo ya no hay niños. Las tecnologías modernas, especialmente la televisión han acabado con todos los secretos del mundo adulto, decia Postman. Sin secretos, la inocencia desaparece, y sin inocencia no puede haber niñez. “Cuando escribí el libro, todo el mundo pensó que me había vuelto loco (dice Neil Postman). Ahora muchos colegas se acercan y dicen: “Neil, quizás tenias razón”. Inmersos en una sociedad violenta, donde el niño mata como el adulto, sociólogos, psicólogos y todos aquellos interesados en el tema han vuelto a abrir el libro de Postman con nuevo interés. “Está claro que mis teorías eran correctas”, afirma.

- ¿Que es un niño?

- Un niño es una clase especial de ser humano, entre los cinco y los 16 años, que requiere de unos cuidados especiales, que debe recibir una educación determinada y que necesita ser protegido del resto del mundo. Durante esta etapa de la vida, la etapa que tradicionalmente se ha llamado “infancia”, el niño aprende lentamente los secretos de la vida adulta.

- Entonces, el niño de hoy, ¿es distinto del niño de hace cincuenta años?

- Sí, es completamente distinto. El niño de hoy puede ser cínico y violento como puede serlo un adulto. En el pasado, el niño estaba muy protegido; ahora, el niño está sometido a todo tipo de influencias externas que condicionan su comportamiento. Los adultos ya no pueden protegerlo.

- Tradicionalmente, ¿en qué se diferenciaba un niño de un adulto?

- La gran diferencia entre adulto y niño siempre se había basado en el conocimiento. El adulto tenía unos conocimientos de la vida, de la violencia, las tragedias y los misterios que caracterizan el mundo adulto, que el niño no tenía. El niño no tenía estos conocimientos porque el adulto no lo consideraba adecuado. En mi libro digo que al tener acceso a la fruta prohibida de la información adulta, los niños fueron expulsados del jardín de la infancia. Creo que nunca volveran a ser admitidos, porque la actitud de los adultos también ha cambiado. Antes el adulto evitaba hablar de ciertos temas delante del niño. Creía que su obligación era proteger la inocencia del niño, por lo que no utilizaba ciertas palabras si habian niños delante. Actualmente hay muy pocas diferencias entre el lenguaje de un niño y el de su padre, por ejemplo. Hoy en dia, el sentimiento de pudor que caracterizaba al adulto de hace unos años ya no existe.

- Para el niño de hoy, el mundo adulto ya no es un mundo lleno de misterios...

- No. Al niño de hoy le quedan misterios para descubrir. Lo sabe casi todo. Sabe lo que es un asesinato, sabe como matar, sabe lo que es una violación, sabe lo que significa ser rico y lo que significa ser pobre. El niño educado en esta sociedad moderna tiene amplios conocimientos sobre conceptos que en principio parecen dificiles de asimilar. La noción de muerte, el sexo o la enfermedad no ofrecen dificultades para el niño de hoy. Habla de todo ello con completa naturalidad, pero al haber adquirido todos estos conocimientos demasiado pronto, nunca llega a ser consciente de la importancia que tienen o lo que realmente significan. Cuando yo era niño sabía que las personas enfermaban y morían, pero no conocía los detalles. Los adultos hablaban en susurros intentando protegerme del horror y el dolor que la vida administra a las personas. En la sociedad de hoy las cosas ya no funcionan así. La televisión, la radio y el cine no guardan secretos. Si no hay secretos, no hay inocencia, y si no hay inocencia, la idea de niñez deja de tener sentido.

- ¿La infancia es víctima de la tecnología?

- Sí. La tecnologia moderna, la televisión especialmente, está acabando con la idea de niñez, porque no hace ninguna distinción entre niño y adulto. Desde la pantalla del televisor se aclaran todos los misterios de la vida adulta, y lo que hasta entonces era secreto deja de serlo. Los secretos se transmiten simultániamente a todos aquellos instalados frente a la pantalla, sin tener en cuenta el género, la raza o la edad. La televisión hace público lo que antes era privado sin restricciones de ningún tipo: no hay restricciones físicas porque la televisión está en el salón y, por lo tanto, el niño no se encuentra con grandes dificultades para llegar hasta ella; no hay restricciones económicas porque apretar el botón no cuesta dinero, y no hay restricciones de conocimiento porque las imágenes lo dejan todo muy claro. En este tipo de sociedad es muy difícil conservar la idea de niñez.

- ¿Queda algún tabú?

- Quedan muy pocos. Esto es inquietante, porque el tabú es importante en una cultura para establecer diferencias entre grupos que conviven en una sociedad. El tabú crea una distinción entre el que tiene la edad suficiente para entender o hacer frente a un hecho de la vida y el que no. Crea una distinción entre el adulto y el niño. Hoy en dia vivimos en una cultura que lo rebela todo sin ningún pudor.

- ¿Esto es peligroso?

- Sí, la sociedad moderna no distingue claramente entre el mundo del niño y el del adulto, y esto es muy peligroso. El niño necesita descubrir los misterios de la vida adulta muy lentamente y de un modo psicológicamente aceptable. Si descubre demasiado pronto que sus padres no son perfectos, que sus profesores no lo saben todo o que en el mundo hay seres humanos que matan o roban, el niño crece para convertirse en un adulto débil. El drama es que el adulto no puede controlar toda la información que le llega al niño, así que esta información nunca llega en el momento adecuado. Es peligroso que un niño de siete años sea consciente de lo violento que puede llegar a ser el ser humano, que esté acostumbrado a ver como los hombres se mat unos a otros en la televisión. Es peligroso que intuya que lo que ve en la pantalla también ocurre en el mundo real. Cuando el niño enciende el televisor, el mundo adulto se abre ante él y, de repente, está a su alcance. Cuando esto ocurre, el niño imita instintivamente la actividad adulta sin pensar dos veces lo que hace.

- Los niños de hoy ya no son inocentes...

- El niño de hoy es tan inocente como puede serlo el adulto. En esta sociedad moderna en que vivimos, el niño mata como el adulto, se emborracha como el adulto, viola como el adulto, se droga como el adulto, roba como el adulto... Por lo tanto, uno se pregunta: ¿por qué llamarles niños? ¿Sólo porque son personas de baja estatura? Para mi no son niños, son adultos en miniatura.

- ¿Cómo es un adulto en miniatura?

- Es la niña vestida con ropas sugerentes y maquillaje que anuncia una marca de gel de baño en la televisión. Es el deportista, niño o niña, que se pasa las horas jugando al tenis o practicando gimnasia o nadando para después ganar todas las competiciones. Es el niño que en un ataque de ira apuñala a su profesora. Son adultos de baja estatura, no niños.

- Algo ha fallado en la sociedad moderna...

- Yo creo que lo que ha ocurrido es que la tecnología se ha convertido en algo tan poderoso que ha cambiado el modo en que nos relacionamos los unos con los otros. La tecnología lo domina todo. Ya no podemos controlar el mundo que nos rodea y, por lo tanto, no podemos esperar que los niños sean igual que hace cincuenta años. Nos ha tocado vivir una época triste. Nos ha tocado presenciar la muerte de la inocencia. Hemos visto cómo la espontaneidad y la curiosidad que siempre habían caracterizado al niño se degradaban hasta convertirse en las cualidades dels pseudoadulto. Es triste y doloroso.

- El niño imita al adulto. ¿Imita el adulto al niño en alguna ocasión?

- Sí. En muchas ocasiones el adulto imita el modo de hablar de los adolescentes, y en la televisión pueden verse anuncios con madres que intentan vestir como sus hijas y se muestran contentísimas cuando alguien les dice que en vez de madre e hija parecen hermanas. Esto demuestra lo poco que esta sociedad necesita el concepto de niño. Los adultos se “infantilizan” y los niños se “adultifican”

- ¿Una sociedad puede existir sin la idea de niño?

- En el pasado ha habido sociedades que no conocían el concepto de niño. En la edad media, por ejemplo, solo había bebés y adultos. Yo creo que en la actualidad estamos regresando a este tipo de sociedad. En la edad media, a los seis o siete años una persona se consideraba un adulto y participaba en todas las actividades adultas: trabajaba con los adultos, bebía con los adultos, comía lo mismo que los adultos, vestía como los adultos y se comportaba como uno de ellos. Esta situación cambia en el siglo XVI. Con la invención de la imprenta la sociedad se reorganiza de nuevo y se distingue entre los adultos que pueden leer y los niños que tienen que aprender lentamente. Actualmente, la sociedad se està reorganizando de nuevo.

- La idea de niñez, ¿fue la creación de una sociedad que necesitaba este concepto?

- Sí. Es una invención de la cultura, un artefacto social, no una fase biológica. Desgraciadamente, nuestra sociedad ya no necesita este concepto. Las personas que llamamos niños tienden a ser de baja estatura, pero esto no es suficiente. La idea social de “niño” conlleva un modo muy especial de tratar a esa persona de baja estatura, de vestirla, de hablarle, de protegerla... Cuando el niño deja de vestirse de un modo característico, no se le habla con un vocabulario especial y deja de haber necesidad de protegerle porque sabe protegerse solo, la idea de niño deja de existir.

- Es triste...

- Sí, es triste. Si la idea de niñez desaparece totalmente, nuestra sociedad no se derrumbará, porque las sociedades cambian continuamente y nunca se derrumban, pero si será menos humana. Desde un punto de vista biológico, nuestra cultura nunca olvidará que necesita reproducirse, pero es posible que olvide el significado social de “niño”. No olvidará que necesita niños, pero sí está olvidando que los niños necesitan niñez.

Con la mirada en un “mundo feliz”

Neil Postman (1931) sostiene que visto nuestro presente, a Aldous Huxley hay que darle la razón en sus fábulas prospectivas. Director del Departamento de Comunicación de la Universidad de Nueva York y de la revista “ Et Cetera”, y actualmente profesor de Sociologia, Postman estudia como la tecnología está transformando las relaciones sociales. De su veintena de libros se encuentran tres en nuestro mercado: “la enseñanza como actividad crítica” (Ed. Fontanella), “Divertim-nos fins a morir” ( Ed. Llibres de l’índex) y “La desaparició de la infantesa” (Ed. Eumo).

Quadre de text: Con la mirada en un “mundo feliz” Neil Postman (1931) sostiene que visto nuestro presente, a Aldous Huxley hay que darle la razón en sus fábulas prospectivas. Director del Departamento de Comunicación de la Universidad de Nueva York y de la revista “ Et Cetera”, y actualmente profesor de Sociologia, Postman estudia como la tecnología está transformando las relaciones sociales. De su veintena de libros se encuentran tres en nuestro mercado: “la enseñanza como actividad crítica” (Ed. Fontanella), “Divertim-nos fins a morir” ( Ed. Llibres de l’índex) y “La desaparició de la infantesa” (Ed. Eumo).






UNA OBRA DE REFERENCIA.

Neil Postman sigue dando conferencias en torno a la infancia en la sociedad occidental moderna doce años después de la publicación de su libro. Sumamente crítico con la poderosa influencia de la televisión, una de sus mayores preocupaciones es como se ha de educar a los niños para hacerlos menos vulnerables al mundo cambiante de las nuevas tecnologías, entendiendo la educación como acto “subversivo” ante las imposiciones que la propia cultura ejerce sobre las personas.

“El concepto de familia está en peligro”

Según Neil Postman, solo dos instituciones están interesadas en conservar la idea de niñez: la familia y la escuela. “La familia es, tradicionalmente uno de los agentes que controlan la cantidad de información que le llega al niño (explica Postman). En el pasado, el padre y la madre determinaban lo que sus hijos sabían y decidían cuando debían adquirir nuevos conocimientos. En la actualidad los padres ya no pueden controlar lo que sus hijos aprenden y, por lo tanto, su autoridad se debilita. “ La desaparición del concepto de niño es, según Postman, la última gran amenaza a la idea de la família.

El estereotipo de familia moderna, dice Neil Postman, se estableció a finales del siglo pasado. Con el paso de los años, la familia se convirtió en el núcleo social que es hoy en dia, pero a lo largo de esos mismos años el hombre inventó la tecnología que ahora está acabando con el concepto de niñez. “El hombre inventó el telégrafo, la cámara, el teléfono, el cine, la radio, la televisión... todo lo que debilita el medio ambiente en que surgió la idea de niño. El concepto de niñez está desapareciendo y, por lo tanto, la idea de familia tradicional está en peligro”.

Pero la tecnología en si misma no és la única culpable de esta situación. Para el sociólogo norteamericano, se trata de una situación en la que las responsabilidades están compartidas. “Los padres tienen parte de la culpa (afirma), pero son las tecnologías modernas las que han provocado este gran cambio social. A los padres se les puede acusar de negar a sus hijos los años de infancia, pero esto ocurre porque la sociedad lo permite y lo premia”.

Por otra parte, la escuela es, según Postman, la única institución que basa su existencia en la creencia de que hay diferencias entre el adulto y el niño. En la escuela, el profesor tiene cosas que enseñar, posee conocimientos que el niño no tiene. Pero para el niño de hoy, la escuela no es la mejor fuente de información sobre el mundo real. “La escuela está en crisis, porque la figura del profesor ha perdido autoridad (afirma Postman). El profesor, como los padres, no puede controlar lo que el niño aprende a través de la televisión o el cine. El niño aprende a ser violento sin que el profesor pueda evitarlo”.


“No me sorprende que un niño mate”

Neil Postman escribió su libro “La desaparición de la infancia” con la esperanza de que psicólogos y sociólogos en Europa se pusieran al corriente de lo que estaba ocurriendo en Estados Unidos. Niños menores de quince años estaban empezando a cometer los mismos crímenes que hasta entonces sólo cometían los adultos, el alcohol y las drogas estaban empezando a formar parte del mundo del niño y en muchas zonas de Estados Unidos se estaba empezando a castigar a los niños con la misma dureza que a los adultos.

El libro quería ser un mensaje de aviso, pero los sociólogos y psicológos europeos lo despreciaron. “Yo les decia: ‘¡Cuidado! En América la idea de niñez está desapareciendo y lo mismo ocurrirá en Europa’, pero todos me decían que estas cosas sólo pueden pasar en América, un país materialista y sólo interesado en la tecnología, según ellos, ‘En Europa damos más importancia a la educación y la cultura. Los niños europeos crecen con valores morales’, me decían. Ahora, doce años más tarde, se está viendo quién tiene razón. Primero ocurrió con América y ahora ocurre en Europa”, dice Postman con un deje de amargura en su voz. “Todos se equivocaban. Actualmente, el proceso está en marcha en todo el mundo. Estamos avanzando hacia una sociedad que no necesita la idea de niñez.”

Según Postman, hay muchos y tiempos que ilustran su teoría: “ En la sociedad moderna, los juegos tradicionales que entretenian a los niños de hace cincuenta años han desaparecido. Los juegos de los niños de hoy casi siempre són competitivos y amenudo son supervisados por un adulto. La ropa diseñada especialmente para niños, y no me refiero a la de bebés, también ha desaparecido porque un niño de seis años lo que quiere es parecer a un adulto, vestido con pantalones tejanos, camisa y zapatos deportivos”. La sociedad moderna no diferencia los gustos del niño de los del adulto, según Postman: “comen la misma comida, escuchan la misma música, ven las mismas peliculas...”.

El mundo laboral, dice Postman, también se está alterando. “Niñas de doce y trece años están entre las modelos mejor pagadas de Estados Unidos. Hay niños actores y cantantes que a los ocho años son multimillonarios... Es imposible que estas personas se comporten como un niño debe comportarse, porque no son inocentes. Estos adultos de baja estatura, yo los llamo así, conocen todos los secretos del mundo adulto.” Postman cree que el comportamiento violento también ha dejado de ser característica del mundo adulto. “Si nuestra cultura no diferencia entre niño y adulto, ¿por qué iba a sorprenderme que un niño mate igual que un hombre? Hace doce años intuí que este momento podía llegar.”



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